martes, 24 de junio de 2008

Re seña


" Corría el siglo V antes de nuestra era cuando mercenarios griegos de servicio en el antiguo Egipto dejaron sus nombres escritos sobre una estatua de Ramsés II y en el templo funerario de Seti I en Abidos; el célebre comediógrafo Aristófanes en algunas de sus obras menciona las escrituras en muros; entre los pueblos prerromanos de la Península Ibérica era común que los visitantes de los santuarios dejaran por escrito en las paredes sus nombres y sus votos a la divinidad; cristianos de la Alta Edad Media en peregrinación a las catacumbas romanas donde descansan los restos de los primeros cristianos tampoco pudieron resistirse a dejar constancia de su paso por un lugar tan emblemático para ellos; los prisioneros de la torre de Londres; o no sabemos quien en el campanario de la Seo de Mallorca son solamente algunos de los innumerables ejemplos de graffiti a lo largo de un dilatadísimo periodo de tiempo.

Fenómeno universal y de toda época, el graffiti ha florecido con inusitada fuerza sobre todo en las últimas cuatro décadas. La multiplicidad de los canales de comunicación contemporáneos que los mass media nos brindan y el mayor o menor acceso a los mismos no termina con el fenómeno del graffiti. Además de las muchísimas motivaciones que pueden desembocar en él hay una muy clara: no hay en el mundo un medio de expresión más barato y con un público más amplio y variado.

Dentro de la historia más reciente del graffiti por un lado, Nueva York, y por otro, el mayo del 68 francés, son los dos hitos más importantes a tener en cuenta. Allá en las postrimerías de la década de los setenta del siglo pasado los trenes y estaciones de Nueva York comenzaron a verse invadidos por una firma que decía "TAKI 183". Taki era el alias de un joven que, por su trabajo de mensajero, debía recorrerse todos los días la red del suburbano de la ciudad y un buen día comenzó a dejar su marca allá por donde pasaba. El 183 que cerraba su firma era el número de la calle donde vivía. Estos primeros tags adquirieron una gran notoriedad entre la ciudadanía a raíz de la publicación de sus correrías en un célebre artículo publicado en una edición del New York Times del año 1971. A TAKI 183 pronto le salieron muchos émulos en busca también de su pedacito de gloria. Los tags o firmas empezaron a inundarlo todo. Lo importante era "dejarse ver" lo más posible porque cuanto más visible fuera un tag mejor reputación tenía su autor. En un principio el graffiti neoyorquino también tuvo una función territorial. Las bandas marcaban su territorio y los chicos de barrio escribían cosas para sus amigos o sus enemigos; sin embargo el metro continuó siendo la "pieza favorita" porque, una vez dejada la marca, los trenes se encargaban de pasearla por toda la ciudad a la vista de los innumerables viajeros. En 1975 se dio un nuevo paso al aparecer el primer whole car: un vagón entero lleno de graffiti. La cultura del aerosol era ya imparable, hasta tal punto que a principios de la década de los setenta la autoridad responsable del metro de Nueva York (la MTA) ya se había gastado en brigadas de limpieza más de 150 millones de dólares.

En paralelo a lo acontecido en Norteamérica, Europa vio el desarrollo de un tipo de pintada menos icónico y más verbal, adquiriendo las pintadas político sociales un papel predominante. El mayo del 68 francés es posiblemente el caso más conocido, y que dejó perlas todavía hoy recordadas como el "prohibido prohibir", "ser realistas: exigid lo imposible", "la universidad sólo iluminará el día que la incendien" o "los muros tienen la palabra"

Fuente: http://www2.uah.es/siece/graffiti/inicio.htm


0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio